El paso de la historia de la dominación árabe a la reconquista cristiana y el resplandor renacentista se ejemplifica en Bornos en el Castillo-Palacio de los Ribera.
La llegada de los musulmanes supuso la construcción de una fortificación en un lugar abundante en nacimientos de agua que daría nombre al Castillo de Fontanar. Los restos que se conservan de este antiguo castillo se reducen a algunos lienzos de muralla y a la Torre del Homenaje. Su interior, de planta cuadrada aparece compartimentado en diversas cámaras y está construido en material de sillería.
Posteriormente, con la reconquista, fue ocupado por los cristianos y, finalmente, restaurado y transformado en palacio de estilo plateresco en el S.XVI.
Una gran puerta, en tiempos chapada en bronce, da acceso a un amplio patio, rodeado de un hermoso claustro con arcos peraltados, sobre los cuales se levanta una gran galería superior con arcadas de igual clase y balaustrada ojival. En el centro del patio hay una fuente de mármol, traída de Italia, con el escudo de Los Ribera, que fue una de las familias que mejor se adaptó a la evolución del noble-guerrero al noble-culto. Sobre los arcos del primer cuerpo aparecen unas gárgolas muy interesantes y en la galería norte superior destaca una portada decorada al estilo gótico tardío, adornada con un friso alrededor compuesto de toscos leones, animales míticos y hojas acaecidas. Sobre el dintel, se puede observar una faja adornada con círculos y lóbulos labrados y, en sus extremos, dos pajes arrodillados sobre sendas repisas que sostienen una enorme corona ducal.
En el Torreón de los azulejos se ven unas ventanas con decoración similar a la de la portada anterior. Termina este torreón en una crestería formada por flores de lis, de las que hoy quedan algunos restos, al igual que del enlucido, grabado al estilo segoviano.
Completan el edificio unos hermosos jardines renacentistas, declarados de Jardín Histórico de Interés Cultural, inspirados en el Belvedere de Bramante, en el Vaticano, que fueron diseñados por el jardinero italiano Salvador Sepadano y están decorados con albercas, grutescos, fuentes y una gama de plantas que abarca desde el mirto hasta la mejorana, pasando por el boj, el ciprés y el naranjo. En uno de sus extremos, se halla una logia, un imafronte de estilo pompeyano; el único existente en Andalucía, con hornacinas decoradas con estatuas de motivos mitológicos, que hoy se encuentran en la Casa de Pilatos de Sevilla.
En este vergel, el agua es un elemento decorativo más y, aunque desaparecido en su mayor parte, se conserva aún la alberca del Jardín Secreto de este Palacio Ducal, en la que, según la leyenda, se bañaba la Señora del Castillo para limpiar su cuerpo y después pasaba a la capilla anexa al Jardín para limpiar su alma.
Todas las obras de restauración y transformación fueron realizadas por los artistas italianos y españoles, que fueron contratados por la familia Enríquez de Ribera en los siglos XVI y XVII. El Castillo-Palacio fue propiedad de la Casa de Medinaceli, hasta que en 1.949 fue comprado por al Ayuntamiento.
Horarios:
Laborables:
08:00 - 21:00
Fines de semana:
10:00 - 21:00
Interior del Castillo y Oficina de Turismo:
10:00-14:00
16:00-18:00 (horario de invierno)
18:00-20:00 (horario de verano 18 de junio-19 septiembre)
PREGUNTE EN LA OFICINA DE TURISMO SOBRE EL DECRETO MUNICIPAL PARA LA AUTORIZACIÓN Y TASA PARA REALIZACIÓN DE REPORTAJES FOTOGRÁFICOS DE COMUNIÓN, BODAS O CUALQUIER OTRO EVENTO.
Vídeo(timelapse) del Proyecto de restauración del Patio de armas de Casa Palacio de los Ribera
https://youtu.be/noKiIghrOLc
Jardines del Palacio de Los Ribera (s.XVI)
Al repasar los distintos monumentos de Bornos, los Jardines del Palacio de los Ribera son uno de los mayores atractivos de Bornos y muchos de los visitantes vienen con el objetivo principal de conocerlos.
El Jardín forma parte de esta ampliación del siglo XVI y el hecho de que se realizara en esta época de cambio histórico / artístico y que en su planificación y construcción trabajaran artistas italianos (y por ende los Jardines) fueran de propiedad privada hasta mediados de este siglo, teniendo acceso restringido (hoy propiedad municipal, está abierto al público), y que una seria promoción de la riqueza de Bornos no se ha empezado hasta hace poco tiempo, hacen que el Jardín del Palacio de los Ribera sea una joya oculta y desconocida para muchos.
Características del jardín
Como decíamos, se nos presenta este vergel con unos rasgos inequívocamente renacentistas, que sin alcanzar la pureza del estilo de Villa Belvedere (1.503), en Roma, o la grandiosidad y hermosa complejidad de los Jardines Boboli (1.600), en Florencia, ofrece un ejemplar poco frecuente en Andalucía.
Las líneas que lo definen son las siguientes:
Estrecha relación entre el edificio principal y el Jardín.
Diseñado de forma regular y geométrica, distribuyendo, el espacio sobre un eje geométrico.
El terreno se reparte en diferentes planos, sobre una suave pendiente, con sucesivas terrazas unidas por escaleras. En este caso, se consiguen hasta cuatro alturas distintas, merced a las escaleras y el recorte de los setos.
Las calles son rectas y se entrecruzan, predominando las formas lineales sobre las circulares, que también se dan, aunque en menor medida. En algunas partes del Jardín, se refuerza este efecto con el dibujo que realiza sobre el suelo una composición de chino lavado, posiblemente, de la misma época que el Jardín.
Materiales naturales y plantas se consideran un elemento constructivo más, dándoles formas, de manera que nada conserva su conformación original. Como contraste, se pueden ver flores (rosas, pensamientos, calas...), introducidas, como en toda Andalucía, por reminiscencias árabes.
Ninguna parte del jardín aparece dejada al azar.
Cada espacio tiene una función específica, predominando los elementos artificiales sobre los naturales.
La vegetación está limitada a plantas de hoja perenne, que pueden ser podadas y moldeadas en formas y tamaños concretos. Junto a éstas ha introducido, con los años, alguna que otra especie de hoja caduca.
Existen elementos característicos del periodo romano: estatuas (lógicamente y por desgracia, los propietarios del Palacio se llevaron las magnificas estatuas que lo llenaban, pudiendo verse algunas de éstas en la Casa de Pilatos de Sevilla); grutescos y cuevas artificiales (se conservan dos, de roca calcárea, en los que estaba recreado el mundo mitológico acuático, con estatuas de ninfas y juegos de agua); pórticos (en concreto, el que comunica el Palacio con el Jardín); logias (éstas es una de las partes más interesantes del Jardín, pues es un imafronte pompeyano único en Andalucía, donde estaban ubicadas las estatuas mencionadas más arriba); maceteros o jardineras y balaustradas.
El agua es utilizada como motivo decorativo y aparece siempre en formas artificiales, siguiendo un curso recto, haciendo saltos de agua, albercas o fuentes. Se puede observar palpablemente la gran importancia que tiene el agua en este Jardín, pues existen varias albercas; los cursos de agua se encuentran hoy ocultos o perdidos y parece también muy probable la existencia de salpigi (válvulas que se accionaban al pisar una membrana, soltando chorros de agua hacia arriba, sorprendiendo a quien caminaba por las distintas calles del Jardín).
Introduce curiosidades como los juegos de agua, decorados o escenarios sofisticados, jardines secretos... Aunque desaparecido en su mayor parte, se conserva aún la alberca del Jardín Secreto de este Palacio, en la que, según la leyenda, se bañaba la Señora del Castillo (para limpiar su cuerpo) y después, pasaba a una capilla anexa al Jardín (para limpiar su alma).
En cuanto a las especies predominantes, el paso del tiempo ha hecho que se introduzcan algunas que no son de la época de su construcción; de las primitivas, podemos citar el boj (buxus sempervirens), laurel (laurus nobilis), romero (rosmarinus officinalis), hiedra (hedera helix), mirto (myrtus communis) y ciprés (cupressus sempervirens). Todos los citados componen la flora típica en los jardines renacentistas; pero también son dignos de mención dos magnolios centenarios que llenan de aroma las noches del verano de Bornos, mezclando con su perfume de una variedad de jazmín, la dama de noche, colmado el ambiente de cautivadores efluvios; además, encontramos dos enormes arbustos de azahar de China, una jacaranda, varias palmeras washingtonia (en sus dos variedades, robusta y filifera) y, en las albercas, nenúfares de gran antigüedad.
Asimismo, existe una gran cantidad de naranjos (de moderna introducción), rosales de distintas variedades y es destacable también la presencia de pensamientos (las famosas "caras de gato"), que al igual que los nenúfares de los estanques, son muy antiguos.
Historia
A partir de la conclusión de la Reconquista, se produce un gran cambio en la nobleza española. El guerrero por antonomasia se transforma en el noble culto y moderno, mecenas de artistas, interesado por el arte y la cultura en sus más diversas manifestaciones. D. Fadrique Enríquez de Ribera ( Primer Marqués de Tarifa) realiza entre 1.518 y 1.520 un viaje a Tierra Santa, al que parte desde Bornos, haciendo un periplo por Europa, más concretamente por Italia, que atraviesa dos veces, alcanzando unos grandes conocimientos del Renacimiento; y luego aplica a sus dominios en Andalucía, viéndose especialmente favorecidos sus Palacios de Bornos y Sevilla.
Podemos decir que esta Villa fue la auténtica cuna de los Ribera y de los Adelantados Mayores de Andalucía, residiendo muchos de ellos en Bornos durante la Edad Media, y prefiriéndolo, a otras casas y a otras posesiones. Precisamente por esa fuerte vinculación, Bornos es auténtica cuna del Renacimiento en la Baja Andalucía (afirmación hacha por el Doctor en Historia, D. Antonio Sánchez González, Director del Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli), por ser la familia Ribera la que mejor se adapta al Renacimiento frente a otros nobles de la época, como los Ponce de León (Duques de Arcos), los Medina-Sidonia o los mismos Medinaceli, antes de la unión de los dos linajes. Bornos es el gran beneficiario de dicha evolución de la familia Ribera, que se ejemplifica en la transformación del Castillo de Bornos, pensado para la defensa, en un palacio ricamente ornamentado con obras de arte procedentes de Italia y, también salidas de las manos de renombrados artistas que fueron traídos al efecto, como por ejemplo, Benvenuto Tortello y Giuliano Meniquini. Otro ejemplo palpable de esta labor está en la gran cantidad de edificios e instituciones, fundadas en Bornos en la misma época como, por ejemplo, el Convento del Corpus Christi o el Colegio de la Sangre.