PREHISTORIA
Historia de Bornos, Pueblo Blanco de Cádiz(Andalucía).
Pudiera ser que el hombre se asentara en estas tierras en el Paleolítico Inferior o Medio, pero con seguridad podemos fechar, gracias a los restos hallados, el poblamiento de esta zona en el Paleolítico Superior, hace 30.000 años. Dentro de dichos restos, los que aparecen con más frecuencia son las herramientas de piedra tallada que usaban para cazar, limpiar pieles, etc.
Después de la última glaciación, el clima se dulcifica y ello nos conduce directamente a la "revolución Neolítica", en la que el hombre cambia por completo su forma de vida convirtiéndose en agricultor, ganadero y otras actividades sedentarias. En Bornos, apenas existen restos de esta etapa, pero la riqueza del material Paleolítico hallado nos hace pensar que hubo también un Neolítico desarrollado, hecho que se podrá demostrar cuando se lleven a cabo excavaciones arqueológicas sistemáticas.
Al desarrollarse la agricultura se plantea la necesidad de mejorar los utensilios y pronto se descubren las ventajas que posee el metal sobre la piedra. Las técnicas empleadas en el uso de los metales llegan del Mediterráneo oriental y se perfeccionan en Andalucía gracias a su riqueza minera, llegando a su máximo esplendor hacia el año 1000 a. C. con el desarrollo de la cultura tartésica. Relativo a esta etapa, se ha encontrado en Bornos una magnífica espada de bronce, fechada en el año 900 a. C., cuya importancia radica en ser la primera hallada en la provincia de Cádiz. Esta espada se encuentra expuesta en el Museo Arqueológico de Jerez de la Frontera.
EDAD ANTIGUA
Antes de la llegada de los romanos al Sur de la península, ésta estaba habitada por un conglomerado de pueblos influenciados por diversas culturas, que darían lugar a una floreciente civilización ibérica.
El paso de esta civilización ibérica a la romana lo podemos observar en la zona de Bornos a través de las ruinas de Carissa Aurelia, situadas a unos 3 Km al Oeste de Bornos. En primer lugar, gracias al descubrimiento de unos leones tallados en piedra, podemos conocer que allí existió un importante centro de población ibérica. Al parecer, este tipo de escultura iba colocado en monumentos funerarios, cumpliendo una función simbólica de defensa del difunto, lo cual es una costumbre de origen oriental. Junto a estas suntuosas imágenes, costeadas por una clase social dirigente y poderosa, aparecen figurillas de pequeño tamaño, posiblemente exvotos depositados en tumbas de una clase social inferior. También encontramos restos de cerámica realizada a torno y decorada con bandas horizontales. Todos estos restos nos hacen pensar en un nivel de vida avanzado, con una sociedad de gran prosperidad económica, basada en la agricultura, ganadería y comercio.
Posteriormente, la influencia romana se va extendiendo y con el paso de los años, Carissa se convirtió en una importante ciudad romana. Según Plinio sabemos que Carissa tuvo, dentro del sistema administrativo romano, la categoría de Municipio, lo que quiere decir que se respetó su organización administrativa y jurídica tradicional, aunque con dependencia del Gobernador de la Bética. Más tarde, durante el gobierno de Vespasiano, se extendió el derecho de ciudadanía por todo este territorio, dejando Carissa de ser Municipio para convertirse en "Cives romani" lo cual le daba el privilegio de acuñar moneda. En Carissa se han encontrado numerosos restos arqueológicos y escultóricos de esta época romana, aunque la mayoría se hallan en colecciones particulares, entre los que destacan: fragmentos de inscripciones; una esculturilla de bronce representando una Venus desnuda; dos esculturas femeninas de mármol que representan ninfas acuáticas; un busto de la diosa Ceres con restos de policromía; una cabeza femenina, actualmente expuesta en la Casa Consistorial; abundantes monedas y restos de cerámicas.
La última etapa de Carissa corresponde a la decadencia del poder imperial romano, que trae como consecuencia la entrada de los invasores bárbaros y el establecimiento y permanencia visigoda hasta la llegada de los árabes. De este momento se han encontrado algunos restos arqueológicos, entre los que destaca una lápida que hace referencia a las reliquias de diversos santos y que, en la actualidad, se encuentra empotrada en la fachada de la Iglesia Parroquial.
EDAD MEDIA
Con los árabes desaparece definitivamente Carissa y el pueblo comienza a asentarse en torno a una torre fortificada que sería más tarde el Castillo de Bornos. Dicha población estaría incluida en la provincia árabe de Medina, llamada entonces Saduna y, aunque no se conserven muchos documentos, suponemos que Bornos tuvo en estos momentos vida pacífica, con una población poco numerosa que se dedicaría sobre todo a la agricultura. Respecto a este último aspecto, cabe recordar que el cultivo del campo experimenta un notable desarrollo gracias a la abundancia de aguas que siempre tuvo Bornos y al gran conocimiento que los árabes tenían de diversos sistemas de riego (acequias y norias).
Bornos pasará por las distintas etapas de dominación islámica que sufrió la península. Así, tras el califato aparecerán los primeros reinos de Taifas y los árabes protagonizarán una serie de luchas internas por el poder hasta que los almorávides conseguirán de nuevo la unificación. Posteriormente, se entrará en un período de decadencia y surgirán los segundos reinos de Taifas hasta que los almohades imponen su autoridad sobre los distintos Taifas. Pero en el siglo XII, las fuerzas de los almohades están muy debilitadas y se produce una decadencia que dio ventaja a los reinos cristianos del Norte de la península. Esta expansión culmina en 1248, cuando Fernando III toma Sevilla.
La evolución señorial de Bornos arranca en 1258 con la donación que hace Alfonso X "el Sabio" a Per del Castel por un Privilegio Rodado, como premio a los servicios prestados a la Corona; poco después vuelve a ser villa de realengo y en 1304 el rey Fernando IV cede la plaza de Bornos a Fernando Pérez Ponce; en 1323 el dominio pasa a los señores de Marchena, los Ponce de León, hasta que se vendió a dos regidores sevillanos: Alfonso Fernández Marmolejo y Martín Fernández Cerón (1387); sólo el primero hizo efectivo el precio de la compraventa, así que en 1398 pudo hacer valer sus derechos y vendió Bornos, su castillo y su término, por 3.000 doblas, al Adelantado Mayor de Andalucía D. Per Afán de Ribera I. Lo cual quiere decir que en 1998 se conmemoró el VI Centenario de este hecho, que tanto tuvo y tiene que ver con Bornos, hasta el punto de que el Escudo de la Villa coincide plenamente con el de la familia Ribera.
El linaje de Ribera procede de Galicia; el primer abuelo del primer Per Afán, Lope López de Ribera, se afincó en Sevilla a inicios del s. XIV y recibió algunas heredades; su hijo, Ruy López de Ribera recibió el dominio de dos aldeas: Huédar y Estercolinas (actualmente, Olivares e Hinojos). Pero el auténtico forjador del linaje fue D. Per Afán de Ribera I, motejado "el Viejo", pues vivió 105 años (1318-1423). En 1380, el Rey Juan I le concede el castillo de Las Aguzaderas, por permuta de unas casas en Sevilla; se justifica el trueque por ser el antedicho castillo lugar fronterizo y D. Per Afán persona muy idónea para su defensa. En adelante, la figura de éste no hizo más que crecer en importancia política y fue, sucesivamente, Caballero Veinticuatro de Sevilla (1384), Capitán General de la Flota en el asedio de Lisboa (1385), Notario y Adelantado Mayor de Andalucía (1386).
El título de Adelantado, además de comportar la defensa de la frontera del Reino de Castilla contra el Nazarí de Granada, conllevaba altas atribuciones políticas, jurídicas, gubernamentales, etc., pues simbolizaba el poder real en ausencia del Rey. Paralelamente a este ascenso político, va adquiriendo los primeros territorios que incorpora a su casa; así, entre 1394 y 1396, compra el lugar de Espera y en 1398, Bornos. Éstos y otros muchos son incluidos en un mayorazgo instituido en 1411 (el mayorazgo es una figura jurídica del derecho de sucesiones, por el que se vinculaban los bienes contenidos en el mismo, a la persona que venía a suceder al propietario o señor anterior de los mismos; normalmente, el primogénito). Entre 1421 y 1423 fueron dictadas las disposiciones testamentarias de D. Per Afán de Ribera I, confirmando el mayorazgo y otorgándoselo al primogénito de su segundo matrimonio, D. Diego Gómez de Ribera; éste ensanchó el patrimonio de la casa de Ribera. En 1434, muere en el cerco de Álora y su hijo, D. Per Afán de Ribera II (1420-1456) le sucede; contrajo dos matrimonios a lo largo de su vida: el primero, con una hija de los señores de Aguilar, con grandes dominios en Córdoba; el segundo, con Dª. María de Mendoza, hija del célebre escritor D. Iñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana.
Don Per Afán de Ribera II funda en 1447 un mayorazgo en favor de su hija Dª. Beatriz de Ribera, en el que Bornos queda como bien de libre disposición. Al fallecimiento de D. Per Afán, su sucesión plantea no pocos problemas, al carecer de descendencia varonil; por ello, Dª. María de Mendoza, la segunda esposa, concierta el matrimonio de Dª. Beatriz con D. Pedro Enríquez, segundogénito del Almirante Mayor de Castilla. A partir de entonces, para no perder el linaje Ribera, se unificarán ambos apellidos. Dª. Beatriz muere prematuramente y D. Pedro Enríquez casa con la hermana de su difunta esposa Dª. Catalina de Ribera, que fue fundadora del Hospital de las Cinco Llagas en Sevilla, sede actual del Parlamento Autonómico Andaluz. De ambos matrimonios hubo descendencia, sucediendo el mayorazgo en la persona de D. Francisco Enríquez de Ribera (primogénito del primer matrimonio), cuyos restos están depositados en el antiguo Convento de monjas clarisas franciscanas de Bornos, Corpus Christi, junto a los de su esposa Dª. Leonor Ponce de León. Bornos sigue siendo bien de libre disposición, lo que obligó a una concertación entre D. Francisco Enríquez de Ribera y Dª. Catalina de Ribera, en favor de sus hijos D. Fadrique y D. Fernando, siendo para D. Francisco el dominio sobre Bornos. Murió éste (1509) sin descendencia, concediendo en su testamento numerosas mandas sobre Bornos a los monjes jerónimos del Monasterio de Santa María del Rosario, que había fundado en Bornos en 1505; esto dio lugar a un complicado y largo pleito con su sucesor, su hermanastro D. Fadrique. Éste fue el primer Marqués de Tarifa, por concesión de la Reina Dª. Juana en 1514.
EDAD MODERNA
A partir de la conclusión de la Reconquista, se produce un gran cambio en la nobleza española. El guerrero por antonomasia se transforma (en este caso, precisamente, en la persona de D. Fadrique Enríquez de Ribera) en el noble culto y moderno, mecenas de artistas, interesado por el arte y la cultura en sus más diversas manifestaciones. Efectivamente, D. Fadrique realiza un famoso viaje a Tierra Santa (1518-1520), al que parte desde Bornos, haciendo un periplo por Europa, más concretamente por Italia, que atraviesa dos veces, alcanzando unos grandes conocimientos del Renacimiento; y que luego aplica a sus dominios en Andalucía, viéndose especialmente favorecidos sus Palacios de Bornos y Sevilla.
Don Fadrique muere en 1539, sucediéndole su sobrino D. Pedro Enríquez de Ribera, que adopta el nombre de Per Afán de Ribera, en honor del forjador del linaje. Fue éste el primer Duque de Alcalá de los Gazules en 1558 por concesión de Felipe II. D. Per Afán de Ribera III es sucedido por su hermano D. Fernando Enríquez de Ribera, al carecer el primero de descendencia legítima. A D. Fernando le sucede su hija Dª. María Enríquez y a ésta (tras un largo pleito que interpusieron varios descendientes masculinos sobre la sucesión) Dª. Ana María Luisa Enríquez de Ribera y Portocarrero, casada con un Duque de Medinaceli. De esta forma, la casa de los Duques de Alcalá, anteriormente de los Adelantados Mayores de Andalucía, así como todos sus territorios y dominios, pasaron a formar parte de la Casa Ducal de Medinaceli, por ser ésta de mayor rango en la jerarquía nobiliaria española, al descender en línea directa de Rey (Alfonso X "el Sabio"), con derecho al trono.
Centrándonos en Bornos, podemos decir que esta villa fue la auténtica cuna de los Ribera y de los Adelantados Mayores de Andalucía, residiendo muchos de ellos en Bornos durante la Edad Media, y prefiriéndolo a otras casas y a otras posesiones. Precisamente por esa fuerte vinculación, Bornos es auténtica cuna del Renacimiento en la Baja Andalucía (afirmación hecha por el catedrático de Historia, D. Antonio Sánchez González, Director del Archivo de la Casa Ducal de Medinaceli), por ser la familia Ribera la que mejor se adapta al Renacimiento frente a otros nobles de la época, como los Ponce de León (Duques de Arcos), los Medina-Sidonia o los mismos Medinaceli, antes de la unión de los dos linajes. Bornos es el gran beneficiado de dicha evolución de la familia Ribera, que se ejemplifica en la transformación del Castillo del Fontanar, pensado para la defensa, en un palacio ricamente ornamentado con obras de arte procedentes de Italia y, también, salidas de las manos de renombrados artistas que fueron traídos al efecto, como por ejemplo, Benvenuto Tortello, Giuliano Meniquini, Baltasar Barón, Hernán Ruiz, Gil de Ontañón, Alonso Rodríguez, Diego de Riaño, etc. Otro ejemplo palpable de esta labor está en la gran cantidad de edificios e instituciones fundadas en la época como, por ejemplo, el Convento del Corpus Christi o el Colegio de la Sangre.
Otra herencia dejada por los Enríquez de Ribera, en concreto el Peregrino a Tierra Santa, D. Fadrique, fue la primicia de la práctica religiosa del Vía Crucis: D. Fadrique, según narra en su libro, midió la distancia entre el pretorio del Palacio de Poncio Pilatos (lugar del que partió Cristo con la Cruz), hasta el Monte Calvario (lugar de su Crucifixión); a su vuelta, calculó dicha distancia en Bornos, partiendo de la puerta del Monasterio de Santa María del Rosario hasta un punto donde levantó un templete (denominado posteriormente Cruz de Esperilla), erigiendo el primer Vía Crucis de España. En su casa de Sevilla hizo lo mismo desde la puerta del Palacio de los Adelantados (conocida hoy, y por ese motivo, como Casa de Pilatos) hasta un templete que ya existía (la Cruz del Campo).
En el s. XVII se llegaría a una profunda depresión económica y social; ésta comenzaría a principios de siglo con una gran epidemia de peste que afectó a Bornos fuertemente. El 4 de julio de 1649, día de San Laureano, cesó la epidemia; convirtiéndose dicho santo en el patrón actual del pueblo. Esta crisis afectó a todos los sectores de la sociedad; las grandes casas señoriales estaban sujetas a concurso de acreedores, debido en parte a la mala administración y en parte a un gran derroche material, pero el carácter inalienable del patrimonio de estos señoríos impedía que se materializara la quiebra.
En el s. XVIII hubo también oleadas de epidemias pero nunca tan graves como en el siglo anterior. Se introducen nuevos cultivos (maíz y patata) y se hacen mejoras administrativas. Fue un siglo de reconstrucción y prosperidad. En el Monasterio de los Jerónimos se desarrolló una muy interesante corriente cultural. Merece nombrarse la figura de Fray Pedro Mariscal, sabio fraile de la orden de los Jerónimos, nacido en Benaocaz, que dedicó su vida al estudio de Bornos y sus tierras; entre sus obras se encuentra el manuscrito “Historia y antigüedades de la villa de Bornos y su comarca”, siendo también autor de un inventario epigráfico, que se conserva en la Biblioteca Colombina. Otro monje de gran mérito de este mismo Monasterio fue Fray Esteban Rallón, que escribió "Historia de Jerez", texto que ha servido de base a numerosos investigadores contemporáneos que realizaron, y realizan, estudios sobre esta ciudad cercana a Bornos.
EDAD CONTEMPORÁNEA
El siglo XIX comienza en Bornos, al igual que en toda España, con una guerra destructora y sin cuartel; es la lucha contra el invasor francés: la Guerra de la Independencia. En 1811, los franceses se adueñan del pueblo y levantan dos castilletes de defensa, pero Ballesteros, utilizando el factor sorpresa, logra recuperar la población. Meses más tarde, el general Conroux se acantonó en Bornos, como punto clave para la defensa del Guadalete.
En 1812, Bornos vive un periodo de paz. En 1813 se crearon los límites de la Provincia, fijándose los siguientes partidos: Cádiz, Jerez, El Puerto de Santa María, Algeciras y Sanlúcar de Barrameda. En 1820, restablecido el sistema constitucional, se decretó una nueva división territorial, que es la que rige en la actualidad.
A través de la obra "Diario del viaje a Bornos y a Ubrique", de Frasquita Larrea, podemos afirmar que la situación es semejante a la de los siglos anteriores: la población se dedica a las labores agrícolas y el suelo continúa siendo, en su mayor parte, propiedad de la nobleza. El municipio cuenta con terrenos comunales y de propios; los primeros son, por lo general, poco productivos, dedicados al aprovechamiento común de los vecinos: recoger leña, llevar el ganado a pastar, etc. Los terrenos de propios son los trozos mejores de esa tierra común que, por ser cultivables, se arriendan a los campesinos en subasta, normalmente por tres años. Con los ingresos de estos arrendamientos se cubren los gastos del municipio.
Es ahora cuando el proceso de disolución del régimen señorial, iniciado en el reinado de Felipe V y continuado por Carlos III y Carlos IV, llega a su punto culminante, pues en 1837 la nueva ley señorial determina que los señoríos pasen a propiedad particular. Se pensaba que la tierra, al quedar reducida a la propiedad privada, entraría de lleno en el proceso económico. Al poder venderse y dividirse, se cambiarían las estructuras sociales, lo cual debería dar lugar a una importante transformación de la agricultura. Además, el Estado recababa para sí todas las jurisdicciones, así como los derechos y rentas. Esto significaba el fin de los señoríos.
El paso de tierras señoriales a propiedad privada originó una larga serie de pleitos, pues los señores se habían apropiado frecuentemente de parte de las tierras comunales. En el citado año de 1837, Bornos tuvo, por esta causa, un pleito con la Casa Ducal de Medinaceli: los vecinos reclamaban que "las tres dehesas llamadas Cerro de la Horca, La Sanguijuela y El Lecho las tienen usurpadas y son de aprovechamiento común de los vecinos". Este pleito, al igual que la mayoría de este tipo, concluyó con la declaración de propiedad particular de todo cuanto el señor disfrutara en aquel término. Resueltos los pleitos y con unos ayuntamientos sumisos, los nobles se convirtieron en los mayores propietarios agrícolas de Andalucía occidental. No obstante, las tierras desamortizadas fueron a parar a manos de la burguesía industrial, de los grandes arrendatarios y de los administradores del señor.
Estos cambios no trajeron ninguna ventaja para la vida de los campesinos, ya que los nuevos propietarios de tierra no inician una explotación mejorada y racional; se compran tierras para confirmar un prestigio social y no para mejorar un sistema de producción. Este proceso va unido a la existencia de una mano de obra muy barata: braceros, que trabajan en la época de recogida de cosechas, a cambio de un jornal de subsistencia.
Las tierras de propiedad eclesiástica sufren un proceso semejante, según los datos conservados en el Archivo Histórico de Cádiz; las ventas desamortizadas en Bornos fueron de la siguiente manera: de una superficie total cedida de 101 Ha., 60,9 Ha. pertenecían al clero y 40,1 Ha. a los bienes de propios. Estos bienes carecían de importancia frente a las 2.809 Ha. que poseía la Casa de Medinaceli.
Respecto a la evolución de la Villa, se poseen una serie de datos que proceden de varios censos y diccionarios geográficos, a través de los cuales se observa:
Un aumento de la población. La existencia de gran abundancia de aguas potables, medicinales y manantiales. La producción agrícola se basaba en el trigo, la cebada, los garbanzos, las habas, el aceite, las frutas y hortalizas. Existían dos fábricas de alfarería y cuatro molinos de aceite. La existencia de varios caminos vecinales, siendo el mejor de todos ellos el que conducía a Arcos. Una descripción de primitivos aperos de labranza.
Sin duda, el auge del movimiento obrero en Bornos fue producto de la desigualdad social descrita. La ideología de este movimiento obrero era, sobre todo, socialista; aunque también el componente anarquista era un elemento más que se añadía a la masa social de las clases más desfavorecidas.
Éste que hemos denominado "movimiento obrero en Bornos" se manifestó de dos formas: En primer lugar, el Sindicalismo, que cobró gran pujanza y, por ejemplo, a finales del s. XIX la A.I.T. contaba en el municipio con más de 500 afiliados. En segundo lugar, las Sociedades o Centros de Obreros, consecuencia directa del auge sindical, pues la mayoría fueron promovidos por la Unión General de Trabajadores (U.G.T.); se tienen noticias de, al menos, tres: la Sociedad de Agricultores "La Fraternidad"; el Centro Obrero “La Lucha es Vida” y el Centro de Oficios Varios "La Armonía". Se reunían quincenal o mensualmente en locales, casi siempre alquilados, en los que discutían sobre la marcha del trabajo en el campo e invitaban a líderes sindicales de localidades vecinas para disertar sobre temas como la reforma agraria o las bases de trabajo; precisamente en la negociación de estas es donde ejercían una labor de presión muy importante, pues las sociedades proponían directamente a los patronos, en nombre de los trabajadores, unas bases de trabajo que pretendían regular tanto el horario laboral, como el salario a percibir por cada categoría de trabajador. En caso de no llegar a acuerdos, lo que ocurría no pocas veces, solían convocar huelgas como medidas de fuerza. En estos casos, casi siempre acababa mediando el Ayuntamiento, que hacía de conciliador entre ambas posturas. Estas Sociedades o Centros subsistieron hasta bien entrado el siglo XX.
El último tercio del siglo XIX fue una época muy convulsa en Bornos: baste decir que en Noviembre de 1872 fue incendiada la Casa Consistorial por un grupo de exaltados (poco se sabe sobre los autores del hecho, pero, por la correspondencia que ha quedado de la época, se especula con que era tal el volumen de deudas que, por impuestos, acumulaban la mayoría de los vecinos en el Ayuntamiento, que los incendiarios quisieron acabar con la constancia documental de estas deudas, para imposibilitar su cobro). El fuego provocó un desorden y un caos administrativo tan enorme en los años siguientes que el Ayuntamiento y el pueblo de Bornos tardaron bastante tiempo en recuperarse.
Habría también que resaltar, de esta misma época, los incidentes que, durante la I República (entre Julio y Agosto de 1873), condujeron a la declaración de Bornos como Cantón Independiente: todo comenzó por un incumplimiento patronal de las bases de trabajo que regían aquel verano; acto seguido, algunos obreros decidieron poner fin, de manera drástica, a dicha situación y salir a los campos a hacer cumplir la jornada laboral a rajatabla y de una manera muy expeditiva: cuando terminaba la misma, obligaban a todos los jornaleros a cesar en sus tareas a punta de escopeta. Posteriormente, se constituyó un Comité de Salud Pública, de ideología anarquista, que concluyó por declarar Bornos como Cantón Independiente. Este fenómeno estuvo generalizado no sólo en la Provincia de Cádiz, sino también en el resto de España y tuvo su origen en la discusión parlamentaria que tuvo lugar sobre la Organización Territorial del Estado, en el marco de los debates del Proyecto de Constitución de la República.
EL SIGLO XX
Se analizará el presente siglo de manera muy breve. La historia actual es el resultado de una trayectoria mucho más larga y, así podemos decir que la situación presente deriva de las circunstancias de siglos pasados, que, por lo general, fueron muy deficientes en auténticas mejoras y muy pobres en cambios que favorecieran la situación del campesinado; por eso los pueblos andaluces, entre ellos Bornos, vivieron un atraso cultural y económico profundo, existiendo estructuras sociales de fuerte desequilibrio.
La situación general del pueblo mejora durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Existe una memoria que se realizó para la Provincia de Cádiz entre 1923 y 1928. Según dicha memoria: El abastecimiento de aguas potables se efectuaba desde el manantial de El Nacimiento, a través de cañerías de hierro. El alcantarillado es parcial. El alumbrado público es por electricidad. Su principal riqueza es el trigo, la ganadería y los olivares. Se destaca la pequeñez del término municipal y que muchos agricultores trabajan en tierras de términos vecinos.
Y en esta época de resurgimiento y recuperación del esplendor nos plantamos en la Historia de Bornos, para entroncarla con el presente, en el que Bornos sigue luchando consigo mismo y sus circunstancias para volver a ser lo que fue; apostando fuerte para que en todas partes se descubra a este gran desconocido que es nuestra Villa de Bornos; para crecer, aunque sea a la sombra de otros más grandes, pero con su propia personalidad e idiosincrasia.